Cada vez es más frecuente ver personas con problemas de peso, con una mayor tendencia al exceso. Las condiciones de vida actuales, en donde el sedentarismo se asocia a la mala nutrición, han hecho que esta problemática haya aumentado de manera desmesurada. La obesidad es una alteración que está afectando cada día a un mayor número de personas, con el agravante de no ser solamente un problema estético… es un problema médico que trae severas consecuencias sobre el estado de salud de quienes la padecen que, en no pocas ocasiones, los llevan a la muerte.
Se considera que una persona tiene obesidad cuando su Indice de Masa Corporal (IMC) es igual o superior a 30; esta cifra se obtiene dividiendo el peso en kilogramos por el cuadrado de la estatura en metros; aunque este indicador no determina de manera directa el porcentaje de grasa en el cuerpo, si es una medida que se aproxima mucho a establecerlo; es importante tener en cuenta que hay personas con un gran volumen de masa muscular cuyo IMC puede ser alto sin que signifique que son obesos o tengan riesgo de las consecuencias derivadas de ello. Si bien la cirugía no es el tratamiento inicial para el manejo de la obesidad, hay situaciones en las que se convierte en la única opción para perder el exceso de grasa corporal y recuperar una saludable calidad de vida. Es por lo que compartimos 5 situaciones en las que se debe pensar en este procedimiento como primera opción de manejo:
- El índice de masa corporal (IMC) es mayor a 35, con enfermedades asociadas: existen condiciones médicas que se presentan como consecuencia del aumento excesivo de peso, entre las que podemos mencionar la hipertensión arterial, la diabetes tipo 2 y la apnea de sueño; estas enfermedades por sí solas tienen un alto riesgo de mortalidad, que se incrementa cuando se asocia a la obesidad. En muchos casos la cirugía y su consecuente disminución de peso son suficientes para mejorar las enfermedades asociadas.
- IMC igual o superior a 40, sin condiciones médicas asociadas: en otras palabras, cuando la situación es debida únicamente a un grave exceso de peso. Para tener una idea más aproximada de lo que esto significa, damos un ejemplo: una persona, hombre o mujer, cuya estatura sea de 1.57 metros y su peso sea 100 kilogramos tendrá un IMC de 40, por lo que la cirugía debe considerarse como una opción.
- A pesar de seguir una dieta controlada y llevar una rutina de ejercicio, no hay una significativa pérdida de peso; estudios demuestran que una pérdida del 10% del peso no es suficiente para disminuir los riesgos para la salud (si una persona pesa 180 kilos, perder 18 no es un gran logro). Se habla de una pérdida de mínimo 30% del peso para obtener beneficios, que en muchas ocasiones no es posible lograr con solo dieta y ejercicio.
- Existen condiciones médicas y fisiológicas asociadas a la obesidad: factores hereditarios, hipotiroidismo severo, tratamientos médicos de largo plazo con medicamentos como antidepresivos, corticoides, antipsicóticos o patologías como el Síndrome de Prader Willi o Síndrome de Cushing que traen como consecuencia un aumento exagerado de peso; cuando estas condiciones son controladas o manejadas médicamente y no se producen cambios significativos en el peso, es necesario contemplar la opción de una cirugía para normalizar el peso.
- Nueva ganancia de peso después de una cirugía bariátrica: este tratamiento exige una serie de cambios, en algunas ocasiones drásticos, en el estilo de vida, obligando a modificar hábitos, tanto alimenticios como de rutinas de ejercicio. Sin embargo, hay personas que una vez son operadas, no se adhieren a esta nueva forma de vida, reincidiendo en los hábitos que los llevaron a la ganancia de peso previa al tratamiento. En estos casos, previa valoración médica y psicológica, una nueva cirugía puede ser necesaria.
Sin ser la primera opción para el manejo de la obesidad, la cirugía ofrece una opción que tiene altas probabilidades de éxito, siempre que el paciente se comprometa a seguir cabalmente las recomendaciones médicas pre y post operatorias.
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