La colonoscopia es un procedimiento médico mediante el cual se puede observar el revestimiento interior o mucosa del intestino grueso o colon y del recto.
Para ello se utiliza un tubo flexible, conocido como colonoscopio, que tiene un diámetro similar al grosor de un dedo, y que en la punta está equipado con una luz y una cámara de video.
Este dispositivo se introduce por el orificio anal del paciente y se lleva por el recto y el colon.
Este procedimiento tiene dos fines principales: como herramienta diagnóstica y como procedimiento terapéutico.
Su uso diagnóstico es para verificar el estado del colon y descartar patologías o anomalías que estén generando molestias.
Como medio de terapéutico, realizando el tratamiento de patologías detectadas durante la exploración. Sus indicaciones son:
Cuando se presentan signos y síntomas como dolor abdominal, sangrado rectal, estreñimiento crónico, diarrea crónica, pérdida de peso reciente, sin razón aparente.
Dependiendo de los hallazgos, el médico podrá, utilizando instrumental que se introduce a través del colonoscopio, tomar muestras para biopsias.
Es recomendado que personas con un riesgo promedio de cáncer de colon (personas sin antecedentes familiares ni personales de las patologías anteriormente descritas) se practiquen, a partir de los 45 años, colonoscopias periódicas (cada 10 años).
Por medio del colonoscopio se pueden extirpar lesiones como pólipos, hemorroides, masas de poco tamaño en colon o recto.
En lesiones tumorales extensas, que no pueden ser resecadas por esta vía, se pueden colocar dispositivos como la endoprótesis, que es un tubo rígido que evita que el intestino se obstruya, manteniendo una luz abierta.
Es muy importante que cuando el médico decida la práctica de la colonoscopia, el paciente le informe sobre todos los medicamentos que está tomando.
Esto en razón de que probablemente deban suspenderse algunos de ellos unos días antes, como es el caso de anticoagulantes o aspirina.
Para que la colonoscopia sea exitosa el paciente debe realizar una preparación que comenzará unos 3 días antes del procedimiento, con el fin de que el colon esté lo más limpio posible de residuos fecales al momento de realizarlo.
En ocasiones es recomendable una dieta especial blanda durante un par de días y líquidos 24 horas antes.
También es usual que se recomienden tratamientos laxantes, bien sea por medio de medicamentos orales o de la aplicación de enemas o lavados. Actualmente existen kits diseñados para este propósito.
La colonoscopia se realiza bajo anestesia, generalmente sedación profunda, para que el paciente esté relajado y tranquilo, facilitando la tarea del médico.
Dependiendo de la extensión del segmento a explorar, la duración del procedimiento será entre 30 y 60 minutos.
En condiciones usuales es un procedimiento ambulatorio y no requiere una observación de más de 1 a 2 horas, para verificar que han pasado los efectos de la anestesia.
Es importante estar acompañado de un adulto, ya que los efectos de la sedación pueden alterar el estado de alerta y la capacidad para desempeñar algunas funciones, como conducir.
Es recomendable no retornar ese día a la rutina y esperar hasta el día siguiente para retomar las actividades normales.
Usualmente el paciente puede sentirse distendido y liberar algunos gases en las primeras horas posteriores a la intervención.
Así mismo puede observarse una pequeña cantidad de sangre en la primera deposición, lo que no debe ser motivo de alarma.
Sin embargo, si el sangrado persiste o salen coágulos en la deposición, hay dolor abdominal que no cede o se presenta fiebre, es urgente consultar al médico para revisar de inmediato las posibles causas.
La colonoscopia es un procedimiento de bajo riesgo, aunque en un porcentaje muy bajo se pueden presentar algunas complicaciones como:
El sangrado, en algunas ocasiones, puede persistir hasta dos semanas después de la colonoscopia, que en raras ocasiones requiere de un nuevo procedimiento para tratar las lesiones sangrantes.
En caso de perforación podría llegar a requerirse cirugía. Sin embargo, las complicaciones no son frecuentes, llegando a 2 por cada 1.000 procedimientos