El reflujo gastroesofágico es una alteración que se presenta cuando exista una disfunción o debilitamiento del esfínter esofágico inferior (EEI) o también conocido como cardias.
El cardias es una válvula de un solo sentido localizada en la unión gastro-esofágica, que se abre para permitir el paso de los alimentos hacia el estómago.
Esta válvula se cierra una vez pasan los alimentos, evitando que regresen al esófago, así como la regurgitación del contenido ácido de la cavidad gástrica.
Sin embargo, cuando esta válvula se abre con frecuencia, no está lo suficientemente tonificada o el músculo es débil para realizar eficientemente su labor, se produce regurgitación de comida y ácido gástrico al esófago.
Esto produce lesiones inflamatorias en su mucosa, que si se presentan de manera permanente pueden inducir cambios degenerativos malignos (Esófago de Barrett), que pueden llevar a un cáncer de esófago.
La corrección endoscópica del reflujo gastroesofágico es una técnica no quirúrgica desarrollada hace cerca de 25 años, que utiliza ondas de calor para fortalecer la musculatura que rodea el esfínter esofágico inferior.
Es un procedimiento endoscópico, mínimamente invasivo, que se realiza de manera ambulatoria. El cirujano introduce por la boca hasta la unión gastro-esofágica un tubo desechable que en su extremo tiene varias agujas finas.
Por medio de estas agujas se aplican niveles controlados y seguros de energía de radiofrecuencia sobre el músculo del Esfínter Esofágico Inferior (EEI).
Estos niveles de radiofrecuencia producen un efecto mecánico de cicatrización y depósito de colágeno que conlleva a un engrosamiento de las fibras musculares.
Esto hace que la distensibilidad del esfínter disminuya, haciéndose más competente y menos distensible, evitándo así que se abra en dirección al esófago.
Este procedimiento se hace bajo anestesia (sedación profunda) y tiene una duración aproximada de 60 minutos
Existen medidas profilácticas además de tratamientos farmacológicos y quirúrgicos para tratar el reflujo gastroesofágico.
Las medidas profilácticas son comer despacio, alimentos semisólidos, comer sentado y no acostarse de inmediato, dormir con la cabecera de la cama inclinada, entre otras.
A ellas se suman medicamentos como los Inhibidores de la Bomba de Protones IBP (omeprazol, lanzoprazol, pantoprazol, esomeprazol, etc) en combinación con protectores de la mucosa como son los alginatos, que deben ser usados de manera continua.
La otra opción es quirúrgica, lo que se conoce como cirugías antirreflujo, como la corrección laparoscópica o fundoplicatura de Nissen.
La corrección endoscópica del reflujo con esta técnica está indicada en:
Stretta® es una opción bastante eficaz y segura en el tratamiento del reflujo gastroesofágico. Hay estudios de seguimiento a 15 años en un importante número de pacientes.
Adicionalmente se han hecho más de 40 publicaciones científicas con resultados de cerca de 25.000 procedimientos realizados.
Existe una mejoría significativa de los síntomas, con tasas de satisfacción superiores al 90% y desaparición de estos por periodos que van de 4 a 10 años. En caso de ser necesario, es viable hacer un nuevo procedimiento.
La experiencia ha mostrado un nivel bajísimo de complicaciones, la mayoría de ellas transitorias, como sangrado, dolor, dificultad para tragar y eructar, sensación de incomodidad en la zona epigástrica y fiebre.
Puede haber vómitos y náuseas por lo que se recomienda que estas complicaciones sean informadas al médico tratante para que se manejen de manera oportuna.
Al utilizar ondas de radiofrecuencia, es importante considerar los pacientes que tienen marcapasos, cardioversores implantables, estimuladores nerviosos o neuronales.
Así mismo sistemas de suministro de medicamentos implantables o cualquier otro aparato eléctrico o electrónico, para tomar las medidas necesarias antes de la cirugía.